Los prejuicios sobre el impacto del mountain bike

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El impacto de la bicicleta de montaña es más un problema de percepción del resto de personas que algo real. Obviamente hay gente que no usa bien la bici o que no tiene un comportamiento correcto, como en todos los colectivos. Pero existen muchos prejuicios con los bikers (no digamos ya con los e-bikers). Está estudiado y queremos seguir desmontando algunos mitos.

El impacto social de la práctica del ciclismo de montaña en los otros usuarios se puede comprender mejor a través del concepto de «choque de diversiones». Sobre eso va este post.

Lo contamos hace unos días: EN BICI NO EROSIONAMOS MÁS QUE AL CAMINAR.

A más de uno le sorprenderá pero es así. Otra cosa es el impacto social de nuestra actividad favorita. El choque de diversiones se produce cuando la presencia y/o el comportamiento de un grupo de usuarios es incompatible con las metas sociales, psicológicas o físicas de otro grupo.

El choque entre las distintas maneras de disfrutar al aire libre está documentado.

Existe gran cantidad de investigación sobre los conflictos y hay factores que determinan la percepción de conflicto con los objetivos de diversión de otras personas.

Las motivaciones, las preferencias y las expectativas personales relacionadas con una actividad; el nivel de experiencia en actividades al aire libre; la actitud personal hacia el medioambiente, la naturaleza y el lugar dónde ocurre el citado choque.

Foto: Endurama.

También está el tipo y el tamaño del grupo de otros usuarios con los que coincide en el monte;  el comportamiento de los otras personas; la percepción de igualdad con los demás; o el tipo de zonas donde ocurre el encuentro.

El conflicto es más complejo que simplemente un caso de «una actividad contra otra», como tantas veces ocurre, que si los senderistas se quejan de los ciclistas que si al revés, que si los cazadores, que si los caballistas.

En realidad, las nuestras son actividades que se solapan, un caminante puede montar a caballo en otras ocasiones y un cazador puede ser ciclista de montaña al tiempo.

Esta complejidad se refleja en la variedad de razones subjetivas dadas generalmente para quejarse de la presencia de las bicis en los senderos. De la consideración de todos los estudios y referencias disponibles, estas razones subjetivas se pueden resumir como:

-Percepción de que la bici ejerce impactos y daños al medioambiente mayores de lo que en realidad son.

-Percepción de riesgos para la seguridad debido sobre todo a la velocidad.

-Actitudes que señalan el MTB (y más el e-MTB) como una actividad inadecuada en la mayoría de los espacios naturales.

-Que las bicis usurpan posibilidades a los senderistas.

-Opiniones sobre un menor interés de los bikers hacia el medioambiente y el paisaje.

-Un sentimiento general de antipatía hacia los bikers (recordemos aquí lo que hemos publicado sobre trampas para ciclistas de montaña).

La percepción de que las MTB causan más impactos en el medioambiente es común a la mayoría de los conflictos. Esto fue demostrado claramente en los ejemplos presentados por varios investigadores.Usando una pregunta abierta, Coughlan encontró que algunos senderistas (el 20%) señalaron el «posible daño a los senderos» como razón para no gustarles el encuentro con bikers.

El otro era el riesgo para la seguridad.

Con una muestra de agentes medioambientales encontraron que el 35% mencionaron cierta degradación de los recursos naturales por las MTB en sus áreas,
aunque el grado de tales impactos se limitaba generalmente a uno o dos caminos o a áreas sensibles de algún sendero.

Un segundo motivo de preocupación para los citados agentes es el mantenimiento de los caminos, necesidad que ha ido aumentando mientras que los presupuestos se han ido, a su vez, limitando. El mantenimiento se convertirá en un problema mayor en el futuro. Pero ese conflicto puede resolverse cuidando los caminos y fomentando su uso como atractivo turístico, como se hace por ejemplo en el Pirineo.

El propio Ministerio de Agricultura de España mantiene una red de caminos naturales muy extensa y presume de ello.

Como se ha probado, la evidencia de la investigación hasta la fecha ha sido poco concluyente en establecer que los impactos de la bici de montaña son «peores» que los impactos de cualquier otro usuario.

Es difícil atribuir el daño a la naturaleza a un grupo determinado de usuarios.

Quizá por eso, un juez de Estados Unidos ha exigido un estudio de impacto ambiental de las bicicletas eléctricas al Servicio de Parques Nacionales del país.

También es complicado identificar el daño causado por cualquier usuario al camino cuando múltiples grupos utilizan el mismo. De la investigación disponible se desprende que las bicis pueden no causar un mayor grado de impacto en los caminos que los senderistas.

La observación de las marcas de los neumáticos en una superficie del camino puede conducir a la conclusión de que cualquier daño general al sendero es causado por las bicicletas, sin el conocimiento de que otro impacto pueda estar ocurriendo.

Parece que el problema es más cómo se nos percibe a los ciclistas de manera general que los efectos reales que tienen nuestras monturas.

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