¿Contribuye la bicicleta al cambio climático?
La industria de la bicicleta no ha enfrentado con mucho rigor la sostenibilidad ambiental, la ecología de su actividad. Las bicicletas gozan de la etiqueta de «verdes» porque son un medio de transporte (y de disfrute) que no genera impactos en el medio natural. Bueno apenas, en rigor toda actividad humana los genera.
Pero si nos paramos a pensar en cómo o en dónde se fabrican, de qué materiales están hechas nuestras bicis y si son e-bikes, como son las nuestras, de dónde sale la energía que en parte las mueve (otra parte la ponemos nosotros moviendo las piernas), podemos concluir que tenemos mucho que mejorar ¿verdad?
Esto es algo que en el Magazine e-mtBike nos importa y con regularidad lo trataremos. La crisis por Covid-19 nos está dando muchas lecciones y como somos seres inteligentes aprenderemos de nuestros errores. Un claro error es que nuestra movilidad está basada en combustibles muy contaminantes y sabemos que incluso agravan los daños del actual coronavirus. Vaya, que la polución atmosférica vuelve más letal este virus.
¿No sería esto por sí mismo un buen argumento para impulsar cambios drásticos y urgentes en nuestro modo de desplazarnos y apostar por fin por las e-bikes en las ciudades?
Un excelente reportaje o mejor escrito, una serie de ellos, publicados por los amigos de Bike Mag bajo el título de Tierra quemada inciden en ello. En su cuarta entrega afirman que el ciclismo de montaña es un deporte materialista y se preguntan: ¿Cuánto le cuesta eso al planeta?
En él, exploran cómo está afectando el cambio climático a los lugares en los que montamos en bici incluso en nosotros mismos como un factor que contribuye a que la que denominan emergencia climática sea uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Como clientes de una determinada marca deseamos sentir que nuestra bici, compañera de infatigables rutas y experiencias por los senderos más inhóspitos, está fabricada por una persona mejor que por una máquina.
Nos gusta imaginar que alguien la ha desarrollado especialmente para nosotros. No soportamos la vulgaridad de pensar que haya sido construida en masa; ¿una entre tantas otras nuestra amiga inseparable? No puede ser… peeeero ES. La mayor parte de las marcas de bicicletas fabrican en Taiwan. Bien, con profusión de maquinaria industrial y con calidad. Este vídeo de Daniel Race lo explica y documenta francamente bien:
Sentimos haber herido tu romanticismo pero es la realidad (haremos reportajes sobre ello y también reconoceremos el trabajo de los fabricantes que se esfuerzan por hacer las cosas de otra manera). Los asiáticos son muy hábiles y excelentes profesionales, viven para el trabajo y cobran muy poco por ello y por eso las marcas de bicicletas fabrican allí, para conseguir mayores márgenes de venta. Sí, los derechos laborales y humanos salieron por la ventana cuando vieron entrar este sistema por la puerta.
El caso es que la distancia entre la fábrica de Taiwan y la tienda de confianza de tu barrio donde sueles comprar la bici, los componentes o te hacen el mantenimiento o las reparaciones, se ha de recorrer en avión o en barco y eso implica un enorme gasto energético e impacto sobre el clima. Los de Bike Mag. ofrecen un dato:
«Mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año provienen de la carga marítima, entre el 2 y el 3% de las emisiones mundiales».
En Estados Unidos, durante 2019, se vendieron 2,2 millones de bicicletas de montaña. Y eso incluye desde una rígida del Wal Mart hasta una Yeti de 12.000 dólares.
Cada bicicleta que aterrizó en los USA fue responsable de aproximadamente 0,16 toneladas de los citados gases causantes del cambio climático; 6,250 kilos al aire por bici, más o menos lo mismo que conducir un coche medio estadounidense durante 460 kilómetros.
También es cierto que Taiwan está tan tan preparado industrialmente como «fábrica del mundo» que tienen centralizados todos los componentes de cada bici, algo impensable en los países occidentales, donde los productores de manillares, llantas, neumáticos, sillines y demás están más dispersos y eso, la concentración, ofrece un menor impacto ambiental.
Otro aspecto ambiental e industrial entre los que podemos contemplar. En Taiwan, el 93% de la energía proviene del petróleo, el carbón y el gas natural. Es pues un país «atrasado» en relación con otras naciones en materia de energía renovable. En China, su principal competidora industrial, el 70 por ciento de la electricidad todavía proviene del carbón pero dicho país está frenando sus emisiones nocivas cada año.
Nuestras bicicletas son para siempre producto de los lugares de donde provienen, su modelo productivo y la energía con que se fabricaron.
Me gusta esa frase del gerente de Responsabilidad Corporativa de Specialized, Troy Jones:
«La sostenibilidad social es la base sobre la que se construye la sostenibilidad ambiental porque a nadie le importa una mierda el medio ambiente cuando no puede pagar por los alimentos».
Es verdad, por desgracia sólo prestamos atención a nuestro entorno cuando tenemos satisfechas nuestras necesidades básicas. La citada marca trabaja en conjunto con otros fabricantes para que se cumplan las leyes locales. En este caso aseguran que son bastante progresistas en materia ambiental. A nosotros nos gustaría verlo in situ (aunque para ello hay que hacer muchos kilómetros, lo cual sería incoherente. Vale con un Skype nos conformamos).
Pero como hemos explicado en materia energética se quedan cortos. Según indican los compañeros de Bike Mag.:
«Ayudar a los lugares que hacen que nuestras bicicletas se fabriquen con energía limpia debería ser el próximo gran impulso».
Otro día trataremos sobre qué es más ecológico si el aluminio o el carbono y otros aspectos ambientales e industriales de nuestras e-bikes. Si os parecen interesantes este tipo de informaciones podéis darnos ideas a través de Contacto o haciendo uso de los comentarios tras el post.